El Dr. Andy Morgan de la Escuela Médica de Yale, realizó un estudio para determinar qué es lo que hace que algunas personas sean más resistentes al estrés. Para ello visitó diversos campos de entrenamiento militar donde ponen a los soldados en situaciones extremas, como simulaciones de prisiones donde se les aplican situaciones de caos, interrogatorios con técnicas de tortura aprendidas en la Segunda Guerra Mundial, Vietnam, Korea, etc. También visitó centros de entrenamiento de la Marina donde una de las pruebas es lanzar a los participantes amordazados y atados de manos y pies a una profunda piscina, y el
marine tiene que buscar la forma de no ahogarse (la forma es dejar de luchar y hundirse hasta el fondo, y ahi tomar impulso y lograr salir por un poco de aire). Después de toda su investigación en estos lugares donde los participantes se someten a situaciones extremas de estrés, el Dr. Morgan se dio cuenta de que los que reaccionaban mejor bajo presión y que al final tuvieron mejores resultados en los cursos, producen niveles significativamente mayores de un químico cerebral llamado neuropéptido Y (NPY).
EL NPY es un aminoácido que abunda en nuestros cuerpos y ayuda a regular la presión sanguinea, el apetito, el aprendizaje y la memoria. También sirve como un tranquilizante natural, controlando la ansiedad y regulando los efectos de las hormonas del estrés como la norepenefrina, uno de los químicos mejor conocidos como adrenalina. En escencia, el NPY es un un extinguidor que el cerebro usa para apagar las respuestas de alarma y miedo, al mantener las partes del lóbulo frontal del cerebro trabajando por más tiempo bajo condiciones de estrés.
Sin embargo, el NPY tiene su lado negativo también. Se ha descubierto que el NPY es un potente estimulador de la conducta alimenticia. También se sospecha que está relacionado con la regulación de la grasa corporal y el desarrollo de la obesidad.
Aún no se tiene muy claro el mecanismo que relaciona el estrés con la obesidad, pero el NPY parece tener mucho que ver. Por otro lado, recientes estudios en la Universidad de Western Ontario han demostrado que la grasa corporal incrementa la producción de NPY, lo que aumenta el apetito.
En conclusión, a pesar de que la ciencia aun no descubre todos los secretos, ventajas y desventajas del NPY, es bueno saber de su existencia y funcionamiento, para sacar provecho de él y evitar sus engordativos estragos.
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